Cumplimiento social: satisfacer las exigencias de 47 millones de reguladores del sector

Blog / Noticias | 03-09-20

Por qué cumplir la normativa no es suficiente en la sociedad actual

La conexión online a nivel mundial permite a las personas ser quienes quieran ser. En redes sociales, todo el mundo es autor. Todo el mundo es editor. Todo el mundo es crítico. Todo el mundo es periodista. Y… todo el mundo es un regulador o reguladora del sector. Cualquiera con un dominio de la ortografía decente tiene una plataforma para quejarse de la política que sigues como empresa, incluso cuando operas siempre bajo la normativa. La gente se pone especialmente nerviosa con los temas de interés público, como la sostenibilidad, la discriminación en cualquiera de sus formas, la privacidad y la seguridad. Los «me gusta» y, sobre todo, los «no me gusta» se divulgan por todo el mundo con tan solo unos pocos clics. Y pronto el descontento se hace viral. ¿Cómo puedes adelantarte a esto? Lee más sobre el fenómeno del cumplimiento social y lo que significa para tu empresa.

Hacerlo bien (o no)

Ya no se puede esconder nada bajo la alfombra. No hacer el bien (como no utilizar plástico reciclado) es algo de lo que no se puede salir impune hoy en día. O no hacer lo que dices cuando se trata de asumir tu responsabilidad social corporativa: el conocido fenómeno del greenwashing. Puedes hacer todo lo posible por ocultar lo que sea, pero, tarde o temprano acabará saliendo a la luz. Y cuando esto suceda, será demasiado tarde para salvar tu reputación. Esto ha sido un problema desde que las redes sociales se convirtieron en una parte integral de nuestras vidas. Lo que es más reciente, sin embargo, es la crítica feroz dirigida a personas y empresas que cumplen la normativa, pero que siguen provocando percepciones negativas en el público en general. Tomemos como ejemplo el caso del diputado neerlandés Klaas Dijkhoff, que recibió prestaciones complementarias cuando se convirtió en diputado tras haber sido ministro y secretario de Estado durante dos años. Tenía pleno derecho a estas prestaciones y, por tanto, no hizo nada malo al reclamarlas. Aun así, causó un gran revuelo en la sociedad neerlandesa cuando esto salió a la luz. Así pues, aún siguiendo las normas y cumpliendo sobre el papel, la reputación puede verse afectada.

Tarde o temprano, todo acaba saliendo a la luz. Y cuando esto suceda, será demasiado tarde para salvar la reputación.

Todo el mundo es juez

En cuanto la gente se entera de que -según su percepción- no tratas bien a tus empleados, clientes o al medio ambiente, llegan los problemas. La gente juzgará. Te verás obligado a explicar lo que hiciste y por qué. Serás culpable hasta que se demuestre tu inocencia, o ni siquiera entonces. El daño causado a tu imagen es potencialmente devastador e incluso puede ser irreparable. Al fin y al cabo, la opinión pública no desaparece así como así, sobre todo si aún no te habías forjado una imagen de hierro que pudiera absorber el golpe hasta cierto punto. Tendrás que empezar a reconstruir tu imagen desde cero, sin dar la impresión de ser un greenwasher o, peor aún, sin ser uno de ellos. Buena suerte con eso. Es la pesadilla de todo director de empresa y responsable de cumplimiento.

47 millones de reguladores del sector: cumplimiento social

Para evitarlo, tendrás que ir más allá de lo estrictamente necesario. No esperes a ver qué pasa, se proactivo. Asegúrate de que realmente tienes todo bajo control y haz todo lo posible para evitar cualquier fallo real o percibido. Cumplir la normativa puede ser suficiente para el regulador oficial del sector, pero no lo es para la gente, los 47 millones de reguladores no oficiales del sector en España. Esto es lo que llamamos «cumplimiento social». La gente (incluidos los empleados y las empresas con las que quieres hacer negocios) espera que tu, como empresa, contribuyas positivamente en la sociedad.

No debería hacer falta dar un paso en falso, o ser acusado de haber dado un paso en falso, para emprender un camino mejor. Se un modelo a seguir como empresa. Adopta medidas de largo alcance para tratar a las personas, los animales y el planeta con los más altos estándares de seguridad, protección y sostenibilidad. Mira más allá de lo que la ley te obliga a hacer: «Esta es la nueva norma. Esto es lo que creemos necesario para marcar la diferencia».

Cumplir la normativa por sí solo no es suficiente para los ciudadanos, los 47 millones de reguladores no oficiales del sector en nuestro país.

Un alma única

¿Te diferenciará de la competencia? Puede que sí. Pero una ventaja competitiva no debe ser tu motivación, al igual que esos 47 millones de reguladores del sector en internet no deben ser tu motivación. El deseo de hacer el bien debe salir de tu corazón (el de la empresa). Que los consumidores elijan posteriormente tu producto o servicio porque elegir a tu empresa moralmente sana se refleja muy bien en su propia imagen y tranquiliza su conciencia, es una ventaja.

No sólo hay que respetar la ley y la letra pequeña. Son las normas no escritas de la sociedad contemporánea las que marcan la diferencia.

Las normas no escritas

No sólo hay que respetar la ley. Al fin y al cabo, las leyes se hacen a menudo en respuesta a abusos, crisis, situaciones de emergencia, etc. Tampoco es la letra pequeña. Son las normas no escritas de la sociedad contemporánea las que marcan la diferencia. Las reglas y normas que la gente establece para las empresas y su forma de hacer negocios.

Asume tu responsabilidad como empresa. Marca la pauta. Y estarás en el buen camino hacia el cumplimiento social.